Etimología

Este término se compone del sustantivo ‘uso’ y del sufijo flexivo ‘ar’, que indica el infinitivo de los verbos de la primera conjugación.

Este término hace alusión al empleo de algún objeto con alguna intención específica, empero también en un sentido más figurado, se puede atribuir este sentido en relación a una persona: “usar a alguien”.

Desde este sentido, una persona que usa a otras para su propia satisfacción y bienestar, se considera como una actitud negativa y ruin, un reflejo del egoísmo y la crueldad. Existen diversos grados de esta conducta, como aquellos que usan a sus hijos como mendigos, para que pidan dinero en las calles, ya que los niños despiertan emociones de solidaridad entre la gente y les resulta un negocio muy lucrativo. Sin embargo, casos peores como usar personas para fines sexuales, esclavos de toda especie, trata de blancas, de órganos, etc.

Usar alguna cosa con plena consciencia de los actos, sólo es una facultad humana, pues el reino animal no cuenta con el intelecto que le permita razonar, sino que todas las especies se mueven netamente por el instinto.

Por ejemplo, un perro usa sus recipientes de comida, para beber y alimentarse cuando lo requiera, pero no es que sepa que debe usar esos objetos, sino que fue adiestrado y acostumbrado para que así lo realizara. Con las personas es distinto, ya que son conscientes del uso que le dan a las cosas y para qué sirve cada una.

Las personas comenzaron a usar herramientas, según la historia oficial, desde la era del paleolítico. Se cuenta que los humanos de esa época, usaron los recursos disponibles, como las piedras, con el fin de diseñar herramientas útiles para distintos ámbitos.

Al trascurrir de los siglos, el humano fue tornándose cada vez más consciente del medio ambiente que lo circunda y de los recursos con los que puede contar para su desarrollo y evolución. Entonces, así se fue progresando hasta la modernidad, época en la cual se tiende a usar todos los elementos posibles al alcance.