Etimología

Esta terminología se deriva de la voz griega ‘ψυχή’ (esencia vital), que a su vez guarda su origen en el verbo ‘psykhein’ (ψῡ́χειν), que significa ‘soplar’. De manera que se denota una relación directa entre la vida, la respiración y los movimientos del diafragma. Por ejemplo, la denominación latina ‘spiritus’ (espíritu), se adoptó del verbo ‘spirare’, cuya acepción es ‘soplar’, de donde surgieron palabras como suspirar, aspirar, respirar, transpirar, entre otras.

Así le llamaban los griegos antiguos al alma humana, misma que mientras un individuo se mantuviera con vida, se mantiene ligada al cuerpo y lo dota de calor; empero, al morir, se aleja y por eso el organismo queda inanimado, frío e inerte.

La noción se conserva en diversas corrientes de psicología, aunque ya sin su sentido metafísico, sino asumida como el conjunto de procesos y transformaciones que produce la mente, tomada como una unidad.

La psiquis no sólo corresponde a la conciencia humana, así como no tan sólo es la combinación de su consciente e inconsciente, o el denominado alter ego. La distinción fue muy tenida en cuenta por el famoso psicoanalista Sigmund Freud, quien describió la psiquis como un todo con diversas partes.

El psiquismo

De acuerdo con esta postura teórica, si la psiquis se encuentra en perfectas condiciones, entonces se convierte en la principal herramienta para adaptarse al medio ambiente con eficiencia. Tal adaptación consiste en adecuarse a las condiciones y a los cambios que se presentan, a pesar de que sean desagradables o incluso nocivos, que puedan perjudicar facultades cruciales para el organismo.

La mayoría de las especies animales, entre las que se cuenta también la humana, presentan la singularidad de que cuando los organismos nacen, se hallan dotados de las herramientas apropiadas para que puedan desenvolverse en su medio circundante. El proceso del aprendizaje es fundamental para poder adaptarse, especialmente mientras de mayor complejidad sean.

Hasta hace poco tiempo, se creía que el cerebro poseía áreas determinadas de funcionamiento, pero gracias a las investigaciones en materia de imagenología se pudo evidenciar que cuando se ejecuta alguna función, el cerebro se desenvuelve de modo similar a una banda sinfónica, en la que se combinan distintas partes entre sí. Igualmente, se pudo comprobar que si una zona del cerebro no especializada se llega a atrofiar, otra área se encarga de suplir de cierto modo sus funciones.

La necesidad de organizar la psiquis

Los antiguos griegos y otras civilizaciones sabias y milenarias, consideraban que el ser humano nace con una psiquis demasiado revuelta y desorganizada, por lo cual se ven opacadas y desactivadas muchas facultades psíquicas. Entonces, se hace necesario ordenar la psiquis, o en otras palabras, limpiarla, de un montón de elementos indeseables y destructivos que los egipcios llamaron “los demonios rojos de Seth”, o los budistas denominan “los demonios de Marah”.