Etimología

El vocablo se deriva de la combinación de la voz latina ‘tonus’, del que surgió el español ‘tonal’, que alude a la tensión de alguna cuerda de un instrumento de música, o su tono, al igual que el acento que se le impregna a las palabras, junto con el sufijo femenino ‘idad’, mismo que constituye sustantivos a través de la derivación de adjetivos y señala una cualidad o relación de algo.

Esta expresión se adoptó del griego ‘τόνος’ (tonos), con la noción de cuerda tensa, o hilo en tensión, al igual de modo musical y el nivel de tensión de la voz al pronunciar una sílaba acentuada.

Dicha terminología  presenta una raíz en común con el verbo ‘τείνω’ (tensar). La locución griega ‘τόνος’ señala el grado o de la raíz de origen indoeuropeo ‘ten’, con el significado de estirar, que acuñó el latín y de la que se formaron verbos como ‘tendĕre’ o ‘tenēre’.

La tonalidad musical

Se le estima como la clave de alguna obra, pues abarca la tónica combinada con las escalas y los acordes relacionados, alrededor de la cual se enfocan las progresiones y frases musicales. En este ámbito, se habla de “en clave de “, para referirse a una obra específica que se desarrolló con las normas del tonalismo.

La tonalidad del color

Es una de las propiedades esenciales de un color, entendida como el grado en el que un estímulo se puede describir como parecido o distinto de los estímulos como azul, amarillo o rojo. Hace alusión de la propiedad en los detalles diferentes en cuanto el aspecto cualitativo de la percepción del color, que guardan relación con variaciones de longitudes de onda, o con combinaciones de distintas longitudes de onda.