Etimología

Este vocabulario en su etimología es de origen latino, bajo la denominación ‘odium’ y con ella, del italiano ‘odio’.

El odio es un estado de enemistad, desaprobación, resentimiento y rencor, que conlleva a la violencia y la maldad. Algunos lo califican como lo opuesto al amor. De éste se provocan los eventos más desagradables y destructivos, llegando a ocasionar la muerte propia o de otros.

En la sociedad se condena como los peores delitos motivados por odio, los actos relacionados con homofobia, intolerancia religiosa, xenofobia, racismo, discriminación, etc. por tal razón, en el ámbito de las leyes se contemplan como crímenes de odio, muy asociados con los crímenes de guerra, los cuales resultan afectando y deteriorando a todo el entorno social.

En el contexto de la filosofía antigua, el odio era definido como un deseo de suprimir algo que no tenía remedio con el pasar del tiempo y como la conciencia de que algo o alguien se encuentran muy fuera de lo que se considere como bueno y por lo tanto, hay que alejarse.

“Del odio al amor, tan sólo hay un paso”

Es una frase popular que da a entender, que los polos opuestos se tocan y que pasar de uno al otro, es cuestión de tiempo. Por eso es que muchas personas que se odiaban a muerte, luego resultan como grandes amigos o enamorados.

Desde la mirada de los psicólogos, el odio es un estado muy intenso de ira y hostilidad hacia algo o alguien. De acuerdo con los postulados de Freud, el odio es una forma subconsciente de querer eliminar aquello que lo hace a uno infeliz, sea persona, animal, objeto o situación.

En sus obras, el padre del psicoanálisis moderno relata el caso de su paciente Elizabeth, quien expresaba alegría porque su hermana había fallecido, ya que de ese modo podía estar junto a su cuñado a quien deseaba. Tan pronto como confesó el odio que sentía hacia ella, en terapia con el doctor Freud, los síntomas de enfermedad que le ocasionaba dolor en su cuerpo, desaparecieron.