Definición
Sustantivo femenino. Actitud caracterizada por la falta de cooperación y reacción. Postura que asume alguien frente a unas circunstancias de necesidad. Calidad de un metal capaz de resistir los daños de la corrosión electroquímica, luego de que ha afrontado algunos tratamientos. Actitud de un deportista o equipo de no competir con la suficiente voluntad, en algunas modalidades deportivas.
Etimología
La etimología de este término presenta la acepción de “hecho de estar muy extendido”. Se deriva del latín ‘passivitas’, que a su vez surge del participio pasado ‘passivus’.
Este vocabulario se emplea en diferentes contextos, pero el más usado es el que respecta de un estado de apatía e indiferencia, de alguien que prefiere que las otras personas realicen lo que a él le compete o afecta.
En el ámbito psicológico, la pasividad es un estado que suele poseer al individuo, a raíz de la influencia de una frase o idea que lo detiene ante el propósito de hacer algo. Alguien se torna pasivo en el instante en que ya no va a hacer lo que debe o quiere, pues considera que le es imposible avanzar.
En un sentido positivo, educar la personalidad para que tienda a la pasividad, equivale a toda una meta espiritual, muy difícil de lograr, teniendo en cuenta que la mayoría de individuos se caracterizan por una personalidad activa, es decir que reaccionan ante todo: si les insultan, insultan, si les agreden, agreden… todo lo critican, todo lo juzgan, no se quedan callados ni quietos ante ningún estímulo o situación.
Una personalidad pasiva en el contexto espiritual, se define como aquella capaz de quedarse en silencio y tranquilidad ante los problemas, frente al insultador, en momentos de tentación, etc. se requiere un gran esfuerzo para llegar a esa clase de pasividad.
De acuerdo con el Psicoanálisis, la actividad y la pasividad encierran una de las dicotomías antitéticas esenciales en lo que concierne de la psique humana y se halla asociada con los diferentes fines pulsionales.