Definición
Zahor es un sustantivo masculino que en la actualidad se encuentra desusado. Este término se utilizaba para referirse a una blancura albarina, es decir, una blancura brillante y pura. También podía referirse al mismo afeite, adorno u ornamento que las mujeres antiguamente usaban para blanquearse la cara y mejorar su aspecto, o simplemente para maquillarse.
Etimología
La etimología del término «zahor» es incierta y no se ha podido determinar su origen con exactitud. Sin embargo, existen algunas hipótesis sobre su posible procedencia. Una posibilidad es que «zahor» tenga raíces en el árabe, dada la influencia significativa del árabe en el español durante la época de Al-Ándalus. En este contexto, «zahor» podría estar relacionado con términos árabes que describen pureza, blancura o brillo.
Otra posible etimología podría estar vinculada al latín. Dada la evolución del latín vulgar en el romance hispánico, es plausible que «zahor» derive de un término latino relacionado con el brillo o la blancura. En latín, palabras como «albus» (blanco) y «candor» (brillante, resplandeciente) podrían haber influido en la formación del término.
A pesar de la falta de una etimología clara, es evidente que «zahor» se relaciona con conceptos de blancura y adorno, reflejando prácticas estéticas de épocas pasadas donde la blancura de la piel era altamente valorada.
Significado amplio
El uso de «zahor» como término para referirse a la blancura albarina y a los productos cosméticos antiguos refleja las prácticas estéticas y los ideales de belleza de épocas pasadas. En muchas culturas, la blancura de la piel se consideraba un signo de nobleza, pureza y belleza. Las mujeres de la aristocracia y de las clases altas solían utilizar diversos métodos y productos para blanquearse la piel, buscando alcanzar un ideal de belleza que las diferenciara de las clases trabajadoras, cuya piel solía estar más expuesta al sol y al trabajo al aire libre.
Estos productos blanqueadores, que en su tiempo podían contener ingredientes naturales como albayalde (carbonato de plomo), eran aplicados con esmero para lograr una apariencia de piel impecable y luminosa. Con el paso del tiempo, muchos de estos métodos y productos fueron desechados debido a su toxicidad y a la evolución de los ideales de belleza.
Historia y evolución
A lo largo de la historia, los métodos de blanqueamiento de la piel han variado considerablemente. En la antigua Grecia y Roma, el uso de polvos y cremas para lograr una piel más clara ya era una práctica común. Durante la Edad Media y el Renacimiento en Europa, el ideal de belleza femenina se centraba en una piel pálida, lo que llevó al uso de diversos cosméticos y tratamientos para blanquear la piel.
El término «zahor», aunque desusado, es un vestigio de estas prácticas históricas. En la literatura y los documentos antiguos, podemos encontrar referencias a estos métodos y productos cosméticos, que revelan mucho sobre las normas sociales y los estándares de belleza de la época. Con el avance de la ciencia y la medicina, muchos de estos productos fueron abandonados debido a su peligrosidad, siendo reemplazados por cosméticos más seguros y regulados.
Características
Las principales características de los productos a los que se refería el término «zahor» incluyen:
- Blancura intensa: Los productos buscaban lograr una piel de apariencia extremadamente blanca y brillante.
- Composición variada: Podían contener ingredientes naturales o químicos, algunos de los cuales resultaron ser tóxicos.
- Aplicación cosmética: Eran utilizados como maquillaje para mejorar el aspecto y cumplir con los estándares de belleza de la época.
- Valor social: Reflejaban un ideal estético que diferenciaba a las clases altas de las trabajadoras.
Usos y ejemplos
Un ejemplo clásico del uso de productos blanqueadores en la historia es el de la reina Isabel I de Inglaterra, conocida por su uso del «Venetian ceruse», un cosmético a base de plomo que daba a la piel una apariencia extremadamente blanca. Este producto, aunque eficaz en lograr la apariencia deseada, era altamente tóxico y causaba numerosos problemas de salud.
En la literatura española, podemos encontrar referencias a estos productos y prácticas en textos del Siglo de Oro, donde se describen los esfuerzos de las damas para mantener una apariencia de pureza y nobleza mediante el uso de afeites y blanqueadores.