Etimología

Este vocablo en su etimología, es de procedencia latina bajo la denominación ‘debĭlis’, compuesto del prefijo negativo ‘de’ o ‘no’ y ‘bĭlis’, aféresis de ‘hăbilĭs’, que quiere decir hábil.

Este adjetivo se usa para designar algún individuo o ser vivo si presenta ausencia de fuerza física, pero en el caso de las personas, también a nivel mental. En ese caso, denota que posee un carácter maleable y una personalidad influenciable, con muy poca voluntad, razón por la cual termina cediendo ante las opiniones e imperativos de los demás. En pocas palabras, es totalmente manipulable.

Durante mucho tiempo se dijo que “el sexo débil” corresponde a la mujer. Empero, con el paso de los años los derechos y virtudes se han equiparado con los de los hombres. Aunque eso sí es innegable que a nivel general, en cuestiones de fuerza bruta, la masculinidad lleva la delantera por naturaleza. Y paradójicamente, se ha demostrado que las mujeres resisten mucho más el dolor corporal.

Asimismo, cuando alguien tiene un cuerpo muy delgado o muy pequeño, se considera como débil. Al igual que a las personas enfermas, inválidas, o que les falta algún miembro.

De otra parte, si alguien se siente débil durante un tiempo prolongado, es una clara señal de algo anómalo sucede con su salud, entonces es recomendable una visita al médico para realizar los debidos exámenes.

Una locución coloquial muy usada en el habla hispana es: “débil de espíritu”, un rasgo psicológico de una persona torpe, distraída, con poco ingenio, inteligencia y creatividad. O también es un calificativo que se le atribuye a quien suele caer en todas las tentaciones y placeres del mundo, por lo que no cuenta con fuerza espiritual y de voluntad.

Y otra también es “el punto débil”, que se refiere de algún aspecto que sea muy sensible en alguien o algo, física o psicológicamente, mismo que si es atacado podría significar incluso su destrucción y representa un golpe duro difícil de soportar. Sinónimo de la expresión “el talón de Aquiles”.