Etimología

Por ejemplo:

“Necesito ir deprisa hacia el hospital, pues mi mejor amiga está dando a luz”.

“En la vida uno no puede ir deprisa, pues se pierde los detalles de la existencia”.

“En las grandes urbes, las gentes van deprisa de aquí para allá, totalmente estresadas”.

“Debemos caminar deprisa, porque nos mojaremos con la lluvia”.

Lo contrario de la prisa es aquello que va lento, que es despacioso y ocurre en periodo de tiempo más largo. Ejemplo:

“No hay por qué andar deprisa, si se actúa con un plan específico”.

“No debes ir deprisa por este camino adornado con plantas exóticas. Entonces, te encantará pasearte por allí”.

Se sabe que un individuo que vive deprisa y afanado, de manera innecesaria, tienden a sufrir de ansiedad y casi nunca pueden conseguir la paz interior y la relajación. Se alejan del aquí y del ahora, por querer adelantarse a todo, una causa muy común del estrés, la angustia y el sufrimiento.

Aun así, muchas veces en la vida es necesario moverse u obrar deprisa, como en el caso de circunstancias en las que si no se procede de inmediato, podría incluso costar la vida.

Algunos ejemplos del uso de este término, en este sentido:

“afortunadamente los galenos obraron deprisa y pudieron salvarle la vida. Sin su pronta intervención, el desenlace habría sido letal”.

Aplica también para esas situaciones en las que se han pautado algún horario:

“Se debe correr muy deprisa para poder obtener el triunfo de la maratón”.

“Los cuestionarios de física deben ser resueltos deprisa, para alcanzar a cumplir con el programa académico del semestre”.

“Voy deprisa a llevar a los niños al colegio”.