Etimología

Este vocabulario en su etimología es de procedencia francesa, bajo la denominación ‘étape’.

En determinados contextos, como en el caso tecnológico, una etapa se define como una fase de las que se compone un procedimiento técnico. En la historia por ejemplo, las etapas se entienden como las épocas y periodos históricos, con sus hechos fundamentales. En ciertas obras escritas, se halla este vocabulario como sinónimo de ‘periodo’.

En el campo militar, esta palabra se asume como la fracción de territorio que se asigna a la tropa, en un operativo. Casi siempre se halla demarcada por límites geográficos, con el propósito de que sea más visible la zona donde inicia y culmina el terreno del cual se responsabilizan.

Una manera distinta de percibir la acepción de esta palabra, es por medio de la utilización que la ciencia le atribuye, específicamente en los procesos de investigación, que se clasifican por etapas. De ese modo, cada etapa corresponde a cada una de las fases que se deben desarrollar para conseguir el objetivo.

Sobresale el hecho de que el triunfo en los objetivos de la búsqueda de saberes, se halla supeditado necesariamente a que las etapas de la investigación se hallen ordenadas y que demuestren coherencia.

Partiendo de la noción universal de este vocablo, han surgido varias locuciones y expresiones coloquiales, muy frecuentes en el habla hispana. Algunas de éstas son:

“Concretarse por etapas”: quiere decir que se realiza gradualmente, por partes, hasta obtener una meta en su totalidad.

“Quemar etapas”: hace alusión de temporadas en la vida que son trascendidas y ya no se hace, se piensa o se siente lo mismo que en aquel tiempo. Da a entender que se atraviesa por la fase determinada de algún procedimiento o acción, agotándola y pasando a otra. Tal es el caso de los adolescentes, que queman etapas cuando prematuramente, asumen una personalidad madura y se dedican a asuntos que no acostumbran los otros jóvenes de su edad.