Etimología

La palabra ‘fluorescente’ es un sinónimo de ‘fosforescente’, que se desprende del término ‘fósforo’. A su vez, ‘fósforo’ es un vocablo que procede del griego φωσφόρος [phosphoros = el portador de luz]. En la lengua latina equivale a ‘phosphorus’. Si se continúa escudriñando el origen etimológico, encontramos las partículas ‘φῶς’(phos) [luz] y ‘φωτός’ (photos) [de luz]. Igualmente, lo compone el verbo ‘φέρειν’ (pherein), que significa cargar. Además, el sufijo ‘scere’, mismo que denota un periodo durativo, en consonancia con el sufijo ‘nt’, que alude a una conjugación del participio del presente.

Se califica de fluorescente, al color de las prendas de vestir o cosas que contengan el color neón. Se trata de un fenómeno que permite que se absorba la energía de luz ultravioleta y sea capaz de proyectarse de manera automática de manera que se ilumine. Existen diversos métodos para obtener colores fluorescentes como el caso de los acrílicos y otros elementos como papeles.

En lo que compete con exactitud a lo fosforescente, es el fenómeno que absorbe la energía de radiación y la contiene, emitiéndola paulatina y gradualmente luego. Esto sucede con las estrellas y figuras que se pegan en el techo o paredes para ambientar con luces fosforescentes. También existen tintas específicas como lo es la pintura textil fosforescente o la tinta de serigrafía de speedball. Las dos presentan un color blanco y únicamente se dejan ver en lo oscuro o si se emplea una luz neón.

En el mercado son muy conocidas las lámparas fluorescentes, cuya estructura es un tubo de descarga, el cual contiene un gas argón y un poco de mercurio tanto en vapor como líquido. En ambos lados del tubo, van instalados unos electrodos sellados de modo hermético.