Etimología

Este verbo proviene de la voz latina ‘intueri’, término prefijado de ‘tueri’, que a su vez cuenta con dos acepciones en el latín; la primera se aplica en la prosa y significa “proteger” y de ahí se generan los vocablos ‘tutela’ y ‘tutor’, tan empleados en el ámbito del Derecho romano y en la actualidad.

El otro significado es poético y se atribuye a la acción de “contemplar” o “divisar” y es el que se ha preservado hasta ahora, en el sentido de la percepción interna e inmediata de la realidad, de algo que es o va a suceder, con una seguridad intensa y como si lo estuviese mirando. Toda una facultad psíquica, extrasensorial.

Se han librado fuertes debates acerca del significado original de ‘intuir’ y en un comienzo, se llegó a afirmar que era ‘mirar’, del que surgieron expresiones como “mirar por”, “proteger”, “velar por”, especialmente debido al orden racional que ofrece Varrón, el ilustre gramático, Marco Terencio Varrón para este vocablo.

Empero, con modificación de la secuencia de sentidos de esta raíz etimológica en determinadas lenguas de origen indoeuropeo, todo indica que la acepción primaria de este verbo corresponde a ‘proteger’ y la otra noción, a un desarrollo posterior. De todas formas, las palabras ‘tutor’, ‘intuir’ y ‘tutela’ presentan la misma raíz en común.

Algunas escuelas de espiritualidad, como la Gnosis, enseñan que intuir es un poder del chacra del corazón, con el que es posible incluso saber el contenido de un libro, sin necesidad de haberlo leído; o de saber con exactitud que algo ha de suceder y cómo ha de suceder. Algo similar al presentimiento, pero en un nivel superior. Estas escuelas enseñan técnicas especiales para desarrollar la intuición, con la que además es posible descifrar el significado de los sueños y muchos otros usos prácticos.