Etimología

Esta terminología se compone con el vocablo griego ‘mono’ (μόνος), que significa único o separado, del cual también se derivaron expresiones como ‘monografía’, ‘monofónico’, ‘monosílaba’, entre otras. Se vincula con la raíz de origen indoeuropeo ‘men’, con el sentido de ‘pequeño’.

También la integra la partícula ‘oxi’, adoptada de la palabra ‘oxígeno’, a su vez constituida por la dicción griega ‘oxys’ (ὀξύς), que traduce ácido, en combinación con ‘γένος’ (linaje). Lo concluye el sufijo ‘ido’, original del elemento latino ‘idus’, el cual alude a una cualidad palpable sensorialmente.

El monóxido de carbono

Es un gas con alto grado de toxicidad, identificado con la fórmula CO. Igualmente, se le conoce como ‘anhídrido carbonoso’ y se origina por procesos de combustión, tanto de gasolina, como de petróleo, madera, carbón, entre otros. En tal efecto, tanto los vehículos motorizados, como los hornos y aires acondicionados, entre otros artefactos, emiten monóxido de carbono.

Uno de los desencadenantes de muchos decesos de personas, se debe a que resultaron intoxicadas con el monóxido de carbono. Si un individuo inhala este compuesto, el mismo sustituye el oxígeno en la hemoglobina de la sangre. Por consiguiente, los tejidos ya no reciben el oxígeno que requieren.

Una de las características más importantes de este gas, es que no presenta ningún olor, sabor ni color. Por eso se le conoce como “el enemigo silencioso”, que sale a atacar especialmente en temporada invernal, cuando motivados por el intenso frío, mucha gente debe emplear chimeneas, estufas, etc.

Este problema ataca sobre todo a la población infantil, a las mujeres gestantes, a los adultos mayores y a aquellos que sufren de patologías cardio-respiratorias, al ser más vulnerables. Empero, es un tóxico que afecta a todos los seres humanos y puede llegar a ser letal.

Con la idea de disminuir las probabilidades de envenenamiento por monóxido de carbono, se necesita que los especialistas efectúen revisiones y mantenimientos frecuentes a las conexiones de gas, para que la combustión sea segura.

Asimismo, se requiere ventilar las viviendas y las instalaciones que posean este servicio. De acuerdo con las recomendaciones de los expertos, la llama de la estufa, horno, calentador, etc, debe tener una tonalidad azulada. Tampoco resulta pertinente ubicar calefactores en sitios con poca ventilación o totalmente cerrados.

Existen dispositivos diseñados para detectar monóxido de carbono en el ambiente, muy propicio para los hogares, restaurantes y otras edificaciones. La tubería de evacuación debe limpiarse con regularidad.

El descubrimiento del monóxido de carbono se le atribuye al científico De Lassone, de Francia, en el año 1776. Aquel estudioso de la química, realizaba un procedimiento calentando óxido de zinc, usando coque. Por error, consideró que se había generado hidrógeno por la combustión, al observar tonos azulados en la llama. 25 años más tarde, el científico inglés William Cruikshank, corroboró que este gas estaba compuesto con carbono y oxígeno.

En el año 1846, se llevaron a cabo experimentos con perros, en los cuales se intoxicaba a los animales con monóxido de carbono. Al analizar su sangre, se observaba de un color más rojo y brillante.