Etimología

Esta palabra en su etimología es influida del verbo activo transitivo ‘sorprender’, del mismo significado.

La sorpresa ha sido objeto de análisis en la Psicología, ciencia que la clasifica dentro de las siete micro expresiones generales que toda persona realiza espontánea y naturalmente, dentro de las cuales se encuentran el miedo, la felicidad, el asco, la sorpresa, la ira, la depresión y el rechazo.

Una sorpresa también puede ser una circunstancia menor, planeada para asombrar a alguien o a un grupo de individuos, casi siempre con una intención positiva, como en el caso de los regalos de cumpleaños, festividades de algún tipo, detalles repentinos de afecto y amor, etc.

En la cultura española, se cuenta que este vocabulario surgió de unas personas que acostumbraban a hacerles bromas a las monjas de los monasterios. Entonces, les gritaban “¡Sor!”, cuyo significado es monja y “¡presa!”, cuya acepción es “sin escape”, aludiendo a la sorpresa y la idea era esa: darle un buen susto a las monjas distraídas.

Se habla de un “ataque sorpresa”, tanto en los videojuegos, como en la vida real en el ámbito militar. Consiste en embestir al enemigo, cuando éste menos lo espera, como por ejemplo lo sucedido en aquella batalla milenaria y legendaria de Troya, cuando dentro un caballo gigante de madera, se escondían los guerreros que en el momento preciso, salieron y arrasaron con la gran ciudad griega.

Una fiesta sorpresa suele ser un excelente detalle de cumpleaños o para conmemorar cualquier ocasión especial. El homenajeado no tiene ni idea de lo que le espera al abrir la puerta de su casa, de su oficina, salón de clases, o donde sea que se desempeñe o habite. Adentro, lo esperan con las luces apagadas todos sus amigos o familiares, quienes en el momento indicado gritan en conjunto: “¡sorpresa!” y comienza la celebración.

Existen dulces llamados “sorpresa”, que suelen tener algún pequeño detalle en el interior de la envoltura.