Definición
Sustantivo masculino. Palabra del Español, que sirve para nombras sustancias exógenas o endógenas del cuerpo, que tienen la facultar de influir en la capacidad de coagulación de la sangre, logrando entonces producir estados prohemorrágicos o antitrombóticos. La condición de endógenas y exógenas apunta a si estas son producidas por el propio cuerpo, o si por el contrario son fabricadas por un laboratorio, como un fármaco.
Etimología
Con respecto a la etimología de esta palabra, las distintas fuentes señalan que se puede considerad una palabra compuesta por dos partículas, por lo que se analizará cada una por separado, tal como se muestra a continuación:
Anti-, en primer lugar esta palabra cuenta en su composición con el prefijo anti-, el cual significa literalmente “contra”.
-coagulante, por su parte, la partícula “coagulante” tiene su origen en la palabra “coagulantis”, la cual refiere directamente a la acción de cuajar o aquello que cuaja.
Utilidad clínica del anticoagulante
En cuanto al uso médico que pueden tener los anticoagulantes clínicos, las distintas fuentes médicas señalan que este tipo de fármacos tienen el objetivo de prevenir trombosis y embolias, tanto si estas no han sucedido, como si ya sucedieron y se quiere evitar la repetición del episodio.
Otras de las condiciones en las que el Médico puede determinar el uso de anticoagulantes es cuando se presenta fibrilación auricular o cuando se ha colocado una prótesis valvular mecánica. Es decir, cuando exista alguna condición humana que requiera que la sangre se aligere, o no se coagule tan rápido.
No obstante, el uso de anticoagulantes siempre debe hacerse bajo total vigilancia del médico, puesto que es una decisión importante, ya que puede ocasionar situaciones adversas. Así mismo, siempre se debería tener en cuenta si el paciente se encuentra tomando anticoagulantes antes de hacer o no una cirugía, ya que con la sangre con baja velocidad de coagulación se puede causar que el paciente sufra hemorragias.
Tipos de anticoagulantes
De acuerdo a lo que señala la Ciencia, existen tres distintos tipos de anticoagulantes. A continuación, una breve descripción de cada una de estas definiciones:
Heparina: este fármaco es usado cuando se necesita una anticoagulación rápida. Por lo general, se administra en forma de inyecciones subcutáneas, que se aplican en la grasa abdominal, al menos dos veces al día.
Anticoagulantes anti-Vitamina K: este anticoagulante, por el contrario, se toma vía oral, y su acción puede tardarse hasta dos días en hacer efecto. La marca más conocida es el SINTROM.
Anticoagulantes de acción directa: finalmente, también se consideran aquellos medicamentos anticoagulantes, que a diferencia de otros fármacos como el Sintrom, no necesitan de controles para ver si es momento de detener la dosis o no.
Pese a que algunos de estos medicamentos son unos más rápidos que otros, los tres tienen riesgo hemorrágico, pudiendo ocasionar hemorragias internas.
Los anticoagulantes y los defectos cardíacos congénitos
Numerosos pacientes que presentan defectos cardíacos congénitos requieren la ingesta de anticoagulantes. Estos tratamientos se apoyan en la necesidad de reemplazar las válvulas cardíacas, así como que con anterioridad se hayan practicado cirugías complejas o haber detectado un trastorno en el ritmo cardiaco.
Los fármacos anticoagulantes ayudan a retrasar el proceso de coagulación sanguínea, lo cual evita muchas complicaciones, como por ejemplo que se obstruyan las válvulas con la formación coágulos y también que los coágulos lleguen al cerebro, lo que produciría muy probablemente un derrame cerebral.
Por lo general, estos medicamentos se suministran por vía oral. Sólo en determinadas excepciones se realiza por vía intravenosa o a través de una inyección subcutánea, pero el problema es que no siempre sale bien y se pueden ocasionar hemorragias.
Los anticoagulantes orales más conocidos
El más conocido en el mercado es la aspirina o el clopidogrel. Así mismo la warfarina, que son fármacos que ayudan a reducir los procesos de coagulación de la sangre. Pero la auto medicación no es recomendada por los expertos, sino que un cardiólogo debe evaluar cuáles serían los más indicados en cada caso.
La aspirina es un medicamento que casi no presenta complicaciones hemorrágicas así como los otros dos mencionados. Algunos análisis indican que no obstruye la coagulación demasiado. Pero puede ocasionar malestares estomacales.
Por su parte, el clopidogrel no necesita que se efectúen exámenes de sangre para formularlo, empero altera la función plaquetaria y puede prolongar las hemorragias incluso hasta por 10 días más. Por esta razón, los médicos aconsejan que no se lleve a cabo ninguna intervenciónquirúrgica o algún procedimiento odontológico, en el lapso de tiempo en que se esté ingiriendo aspirina o clopidogrel.
De otra parte, la warfarina incrementa la posibilidad de hemorragias mucho más graves, muchas veces a pesar de haberse tomado únicamente la dosis recetada. Muchos cuidados se deben tomar cuando se medica con warfarina, como un control cuidadoso y la regulación de los niveles de anticoagulante por medio de exámenes continuos. Del mismo modo, al tomar warfarina conviene dejar de realizar la mayoría de actividades físicas y evitar daños considerables como por ejemplo un traumatismo craneoencefálico. En las mujeres embarazadas puede causar malformaciones en el feto.