Etimología

Este vocabulario se derivó del latín ‘cominitio’ o ‘cominitiare’, constituido por el prefijo ‘con’ (convergencia), junto con el verbo ‘initiare’ (iniciar).

Si se le compaña de la preposición ‘a’, sumado de un verbo también en modo infinitivo, adquiere la connotación de todavía no realizar la acción que se menciona. Ejemplos: “comenzar a estudiar”; “comenzar a creer”. “comenzar a trabajar”. “comenzar a ver”. “comenzar a despertar”.

Gramaticalmente, se cataloga este verbo dentro del conjunto de los irregulares. En la raíz, la vocal ‘e’ de este término se convierte en ‘ie’ (diptongo), cuando se conjuga en primera, segunda y tercera persona del singular, así como también sucede con la tercera del plural, en tiempo presente del modo indicativo.

Pero si le prosigue ‘por’, más un verbo infinitivo, alude al hecho de que esa acción es lo primero por la que se debe proceder. Casi siempre se emplea cuando se dan consejos o indicaciones sobre algo, especialmente cuando se va a dar inicio a algún asunto y se señalan los pasos para realizarlo. Ejemplos: “comenzar por despejar la mente”; “comenzar por leer un libro”; “comenzar por apagar el celular”. “comenzar por el capítulo número uno”

Se han formado distintas locuciones populares en el habla hispana, con este vocabulario. Dentro de las más usadas, sobresalen: “comienza y no acaba”, la cual quiere decir que un individuo se explaya en su discurso indiscriminadamente y resulta muy largo, pues cada vez le surge una y otra idea. “acabo de comenzar”, expresión que señala que hasta ahora empieza.

Frases de ejemplo:

“Comenzar bien no es poco, pero tampoco es mucho”. Sócrates.

“La única alegría en el mundo es comenzar. Es hermoso vivir porque vivir es comenzar, siempre, a cada instante. Cuando falta esa sensación uno quisiera morir.” Cesare Pavese.