Definición
La “J, j” constituye la décima letra del alfabeto español, así como la séptima consonante en orden consecutivo, que puede encontrarse en el inventario de grafemas de esta lengua. Su nombre considera dos formas: “jota” para el singular y “jotas” para el plural. Así mismo, la Lengua le reconoce dos formas para su escritura: “J” para la mayúscula” y “j” para la minúscula. Esta letra fue el último grafema que se agregó al Latín moderno.
Etimología
El grafema “J, j” comparte origen con la i. En este sentido, entonces puede ser rastreado hasta el jeroglífico egipcio junco o mata, el cual era representado como un cuadrado bastante irregular. Así mismo, es tomado por la lengua protosemítica, en donde es representado como una especie de antebrazo.
Posteriormente, el pueblo fenicio toman esta letra, y la bautizan como Yodh o Yod, dibujándola entonces como una especie de z o una f invertida. En esta lengua se asocia su forma con el de una mano.
Por su parte, los griegos también tuvieron su equivalente en la letra iota, la cual contó con dos formas: “Ι” o “ι”. Después pasó al Latín en donde fue usada solo como su forma mayúscula durante algunos siglos.
Sin embargo, los romanos comenzaron a usar también una forma alargada de la i, dibujando entonces esta letra con una califa alargada. Esta variación era usada sobre todo en la numeración romana, cuando por ejemplo se quería referir a la última unidad del número. Por ejemplo se escribía XLIIJ (cuarenta y tres) y no XLIII. No obstante, a nivel fonético en realidad no existía, ni para el Latín ni para las lenguas romances, diferencia alguna en la realización de la /i/ y la /j/ al menos hasta la Edad Medida.
Para que esta letra tomara un valor fonético propio habría que esperar entonces hasta el siglo XVI, cuando, después de que en el alto alemán medio comenzó a tener un uso diferenciado de la i, el gramático italiano Gian Giorgio Trissino incluyera esta diferenciación en su obra Epístola de Trissino sobre las letras nuevamente agregadas en la lengua italiana (Trissino, 1524).
No obstante, fue Pierre de la Remée (1515 -1572) el que cristalizó su incorporación definitiva en el Latín moderno, incluyéndola en el alfabeto de esta lengua, de donde fue adoptado también por las distintas lenguas romances. En cuanto al nombre que asumió esta nueva letra, las distintas fuentes señalan que tiene referencia con la iota griega, que es de donde procede su valor fonético, al originarse de la i larga /i:/.
Valor fonético en el Español
De acuerdo a las distintas fuentes fonéticas, la letra “J, j” es pronunciada en el Español como una consonante fricativa velar sorda /x/. No obstante, se tiene registro de que en la lengua española hablada durante la Edad Media, la letra “J, j” era realizada como una fricativa postalveolar sonora /ž/, lo cual sin embargo varió durante el siglo XV, cuando ocurrió el reajuste de las consonantes sibilantes.
Usos de la letra J
En cuanto a sus usos, en realidad pueden distinguirse dos clases: cuando es usada dentro de la Lengua española, así como cuando es empleada como símbolo A continuación, una breve explicación de cada uno.
En la Lengua española
En primer lugar, la “J, j” es un grafema de la Lengua española, por lo que cumple el papel de consonante en la formación de nuevas palabras.
En otras disciplinas
Por otro lado, en Física, la J representa la unidad Julio, la cual es usada en las magnitudes de Energía, Trabajo y Calor. De forma minúscula es empleada para referir a una de las tres unidades imaginarias de los cuaterniones.