Etimología

Este término se derivó del vocablo latino ‘subiectivus’, con el sentido de “algo que depende de otra cosa”. Se estructura con el prefijo ‘sub’, que significa bajo, sumado a la voz ‘iactare’, con la traducción de lanzar, concluido por el sufijo ‘ivo’, que indica una relación de tipo activo o pasivo.

Se trata de un adjetivo que no hace alusión a una cosa en sí, sino a la forma como lo percibe un individuo, misma que expresa a través del verbo. La conclusión es algo netamente relativo, por lo tanto, se halla condicionada por la contextualización que posea el intérprete y toda la gama de sus intenciones e intereses.

Por ende, lo subjetivo siempre se refiere a una opinión, que no aplica de manera universal, teniendo en cuenta que una cosa es el concepto que alguien posea de algo, y otra muy distinta, la realidad.  Cada persona puede interpretarla de diferentes modos.

No obstante, no se puede afirmar radicalmente que la noción plural o relativa de lo subjetivo, anule el predicado de las frases con marcada subjetividad. Al revés, lo subjetivo ha sido calificado como un proceso propio del desarrollo de la mentalidad individual y un paso fundamental a tener presente, en pro de lograr una sana convivencia y paz social.

El gran filósofo alemán, Emanuel Kant, habló de lo subjetivo en la teoría del conocimiento, que expuso en el siglo XVII. Lo definió como la capacidad de un ser humano de percibir, sopesar, analizar, argumentar y expresarse empleando el lenguaje, con relación a alguna idea.

En el ámbito del Derecho, se habla del derecho subjetivo, mismo que se asume como el poder jurídico de una persona, de hacer respetar sus derechos, al igual que limitar los de los demás, o poseer o reclamar algo en virtud de lo establecido por la ley.