En el contexto de la industria musical, un productor discográfico es aquel cuyas funciones consisten en controlar cada sesión de grabación, brindar instrucción a los principiantes en la música, asesorar a los intérpretes en el set, al igual que de efectuar la mezcla y todo lo que implica la masterización, entre otras. No obstante, en las últimas décadas se enfoca más en los asuntos empresariales.

Un sello discográfico, al igual denominado casa disquera, se trata de una empresa que ofrece los servicios de grabación y edición musical, al igual que de posicionar y comercializar al artista. Varias de éstas cuentan con su propio set de grabación y especialistas en sonido.

Asimismo, un sello discográfico se halla abierto a producir música de cualquier género, a promocionar nuevos talentos, a brindar lo que haga falta para popularizarlos como videoclips y otros productos audiovisuales; a hacerlos conocer en las diversas plataformas virtuales y tiendas en la web, etc. Dentro de sus estrategias, nunca dejan de lado la publicidad en los medios radiales, televisivos, impresos y en internet.

Las empresas discográficas, por lo general, se hallan bajo el dominio de élites internacionales, que controlan todo el proceso de publicar, grabar y distribuir los materiales de las distintas casas disqueras. A partir del año 2011, las tres multinacionales de música más grandes del mundo, denominadas las Big Three, monopolizaron el 70% del mercado discográfico global y el 80% de Estados Unidos.