Definición
Adjetivo que califica a algo que genera tensión o estrés. Puede ser una persona, un animal, una cosa o una situación.
Etimología
Esta terminología presenta la noción etimológica de “algo que causa tensión nerviosa”. Se compone del sufijo ‘nte’, un constituyente de adjetivos con base en un verbo, el cual señala el agente que realiza la acción, en combinación con la palabra ‘estrés’, misma que se adaptó de la voz inglesa ‘stress’, que significa ‘presión’ y ésta a su vez, del latín ‘strictus’ (estricto).
Esta expresión fue empleada por un reconocido fisiólogo de Estados Unidos, llamado Walter Cannon, en el inglés como ‘stress’, por primera vez en el año 1935. Luego, 15 años más tarde, Hans Selye, ilustre endocrinólogo de Austria. Ambos científicos convenían con la noción de un estado de homeostasis, un complejo proceso de equilibrio dinámico del cuerpo, que percibe amenaza o riesgo de daño o muerte.
Hans Selye llevó a cabo diversas pruebas en 1936, usando unas ratas que llevó a su laboratorio para someterlas a circunstancias estresantes y fastidiosas, como temperaturas extremas, sonidos estridentes, exposición a sustancias, entre otras cosas.
Entonces, se percató que frente a esos ambientes, el organismo presentaba reacciones idénticas, no determinadas y de forma general, como la aparición de úlceras en el colon, en los intestinos, atrofiamiento de las defensas y un aumento en la producción de adrenalina y cortisol, denominando a este grupo de síntomas como ‘estresantes’.
Desde esa época, se fue adoptando cada vez más este vocabulario con esa idea, hasta volverse popular y masivo. No obstante, existen registros de que esta expresión ya se tenía en cuenta en el inglés medieval, derivado del latín, empero se tomó de la voz francesa antigua ‘estresse’.
Asimismo, la palabra ya figuraba en documentos de inicios del siglo XIV, con la acepción de situaciones difíciles, adversas o situaciones en las que se ejerce fuerza bruta sobre una persona para obligarlo a llevar algo acabo, o lo que se siente al ser extorsionado. Ya en el año 1545, se le atribuía la connotación de un contexto tensionante, a nivel físico o psicológico. En consecuencia, poseía una idea relativamente similar.
La dicción se expandido a diversas ramas del saber y de la ciencia. Por ejemplo, se habla de situaciones estresantes hídricas, si algún organismo se halla en estado de sufrimiento, ocasionado por consumir de una fuente de agua perjudicial.
Al igual, si una estructura mecánica se encuentra bajo tensiones extremas o fuerzas desmedidas.
En el ámbito académico, es una de las expresiones más utilizadas. Los alumnos suelen catalogar como estresantes, varias actividades escolares, como evaluaciones, pruebas finales, trabajos de investigación, etc.
Y al igual ocurre a nivel laboral. El hecho de tener que todos los días asistir en un horario concreto a un lugar y pasar allí la mayor parte del día, quizás haciendo cosas que no satisfacen las expectativas personales, se le considera como un factor estresante, causal de diversas enfermedades y un malestar social evidente.
Una conversación también puede resultar estresante, si no existe en correcto entendimiento y tolerancia entre los interlocutores, o al tratar algún tema controversial.