Etimología

Concretamente, la insulina la secretan los islotes que forman parte del páncreas, mismo que se encargan de equilibrar el nivel de glucosa en la sangre. Se conocen como los “islotes de Langerhan” y albergan células productoras de esta sustancia. El científico procedente de Alemania, Paul Langerhans, fue el primero en describirlos, por tal razón se bautizaron con su nombre, originalmente de la expresión latina ‘insula’, que traduce isla.

Los lingüistas consideran dos etimologías de este vocablo. El primero, podría constituirlo el prefijo ‘in’ (dentro de), en combinación con ‘salus’, que significa ‘sal’, como característica del mar. Sin embargo, se descarta por algunos especialistas, que argumentan que no todas las islas se encuentran en el océano, sino también en lagunas y lagos.

La segunda acepción etimológica se basa en que se compone del prefijo ‘in’ (en), sumado a la dicción ‘solum’, en español ‘suelo’. Lo concluye el sufijo ‘ina’, constituyente de nombres de sustancias químicas, como cocaína, anfetamina, amoxicilina, etc.

La función de la insulina es vital para la existencia humana, así como para los animales, pues por medio de su acción, las células del páncreas y las de los músculos pueden contener el glucógeno, teniendo en cuenta que es una fuente energética para el organismo y si ésta es escasa, el cuerpo la envía a las grasas, mismas que son las principales generadoras de energía, para llevar a cabo tareas cotidianas como levantarse, caminar, trabajar, alimentarse, etc. Si no se produce esta energía, no se obtiene la fuerza necesaria para vivir con normalidad.

La insulina es un producto de los islotes de Langerhans y las células Betas, que realiza un trabajo específico en dos campos de acción. En primera instancia, causa un efecto rápido, si la ingesta de comida incrementa el grado de glucosa en el torrente sanguíneo, ingresando por las células Betas.

En segunda instancia, se segrega lenta y gradualmente, como resultado de su formación en la vesícula biliar, que obra de forma autónoma con relación al nivel de azúcar en la sangre. Equilibra el metabolismo, al contrarrestar el efecto de las hormonas causales de la hiperglicemia y conservando los grados moderados de azúcar, promoviendo el proceso de lipogénesis, minimizando la acción de la lipólisis y maximizando la presencia de aminoácidos a escala celular.

Para la gestación y desarrollo del organismo de una persona, la insulina es importantísima. Cualquier anomalía, así como la falta de ésta en el cuerpo, o la reacción negativa del mismo para asimilar la insulina, ocasiona una patología conocida como “Síndrome metabólico”, al igual que diferentes clases de diabetes, gordura, tensión alta, quistes en los ovarios, hiperglicemia, problemas en el hígado, entre otras afecciones.

El desgaste de las células es paulatino, reduciendo la cantidad de insulina, a la vez que el modo de procesarla, por lo que no queda otro camino conocido por la medicina oficial, que emplear insulinas de naturaleza sintética, para que el paciente pueda seguir viviendo.