Definición
Al referirnos a economía solidaria nos estamos refiriendo a una forma de economía en la que el capital en si mismo pasa a un segundo plano, potenciándose principalmente al individuo. El término es todavía campo de amplio debate, y no hay un consenso final acerca de su significado estricto; para unos, la economía solidaria es una suerte de enemigo del capitalismo, que propugna por su destrucción; sin embargo, para otros, es una estructura o estrategia que bien puede servir para luchar contra flagelos como el el desempleo, la desigualdad social y la disparidad en diferentes esferas ocasionada por la concentración del capital en sólo ciertas manos o sectores. Se trata de una especie de estrategia alternativa en la que se generan nuevas relaciones en la producción y de trabajo en la que se potencie el individuo, el intercambio, la co-responsabilidad.
Etimología
El término economía proviene del compuesto griego «okomos», que significa «administración de la casa», lo que debe entenderse como administración integral de la casa. Y esta noción se trasladó más adelante a las funciones del estado y, con el advenimiento del capitalismo, a una esfera monetaria.
Por su parte, el término solidaridad implica cualidad de solidario, que deriva del latín «solidus», y que significa «sólido, compacto». En jurisprudencia esta noción viene a ser entendida como una construcción mancomunada, de varios reunidos en un solo propósito, por lo que en su posterior evolución la palabra solidaridad vendrá a ser ampliamente entendida como un acto de ayuda hacia otro u otros, y que puede ser recíproco o no.
En lo que respecta al origen como tal de la economía solidaria, bien podemos encontrarlo en la misma revolución industrial, donde se generaron voces de protesta en contra del proceso de automatización (donde muchos artesanos quedarán sin empleo por cuanto su labor será delegada a la máquinas). En el siglo XVII XIX surge una suerte de cooperativismo de consumo, que en el tiempo gradualmente irá consolidándose y se difundirá, desde Europa, a otros continentes. Dentro de todo este proceso surgirá el concepto como tal de economía solidaria. Sin embargo, la práctica de la economía solidaria en sí es anterior a la misma revolución industrial, y la podemos encontrar en los pueblos más antiguos donde existía intercambio de productos, lo que contribuía al bienestar de dos o más pueblos, culturas, etc.
Una de las características fundamentales de la economía social es la auto-gestión, la autonomía y la igualdad entre los miembros de cada estructura u organización en la que se implemente. Realmente no se trata de una abolicion del capitalismo, sino de buscar una mayor equidad en el sistema económico, atendiendo más a la solidaridad, a las personas.
Dos de las personas pioneras en economía solidaria son Paul Singer y Euclides Mance, quienes han disertado ampliamente sobre el tema, exponiéndolo en diversas cumbres internacionales, siendo Mance el que lleva a un punto más osado su concepto, al introducir la noción de una sociedad post-capitalista.
Principios Fundamentales
La economía solidaria se basa en un conjunto de principios que guían su funcionamiento y objetivos. Uno de los principios es la cooperación, donde las personas se unen para trabajar juntas y lograr objetivos comunes en lugar de competir entre sí. Esto fomenta la creación de redes y comunidades sólidas donde el bienestar colectivo es primordial. Además, la autogestión es otro principio esencial, permitiendo a los trabajadores y miembros tomar decisiones democráticas sobre la dirección y el funcionamiento de sus empresas y proyectos.
Otro principio distintivo es la solidaridad, que implica el apoyo mutuo y la preocupación por el bienestar de los demás. En lugar de maximizar las ganancias individuales, la economía solidaria busca el beneficio de todos los participantes y se esfuerza por reducir las desigualdades económicas y sociales. La sostenibilidad también es un componente crucial, ya que la economía solidaria promueve prácticas respetuosas con el medio ambiente y la gestión responsable de los recursos, buscando la prosperidad a largo plazo tanto para las personas como para el planeta.
Impacto Social y Comunitario
La economía solidaria va más allá de los aspectos económicos y tiene un impacto profundo en las comunidades y la sociedad en su conjunto. Uno de los resultados es la generación de empleos locales y la revitalización de economías locales, lo que a menudo es especialmente relevante en áreas marginadas o desfavorecidas. Las cooperativas y las empresas sociales proporcionan oportunidades de empleo digno y participación activa a los miembros de la comunidad, reduciendo la migración y fortaleciendo los lazos locales.
Además, la economía solidaria fomenta la participación ciudadana y el empoderamiento de las personas. Al involucrar a los miembros en la toma de decisiones y brindarles el control sobre su trabajo y sus recursos, se promueve la autoconfianza y la sensación de pertenencia. Esta participación activa también puede llevar a la creación de iniciativas de desarrollo comunitario, como proyectos de educación, atención médica y vivienda, que abordan las necesidades específicas de la comunidad y mejoran la calidad de vida de sus miembros.
Usos y Aplicaciones de la Economía Solidaria
La economía solidaria despliega una diversidad de usos y aplicaciones que van más allá de los modelos tradicionales de producción y comercio. Entre sus propósitos principales se encuentra la respuesta a desafíos sociales y económicos contemporáneos, y su versatilidad la convierte en una herramienta valiosa en una variedad de contextos.
Uno de los usos fundamentales de la economía solidaria es su función como estrategia para combatir el desempleo. Las cooperativas y empresas sociales generan oportunidades laborales significativas al permitir que los individuos participen activamente en proyectos que les interesan y en los que son competentes. Al promover la propiedad colectiva y la gestión democrática, se crea un sentido de pertenencia y empoderamiento que contrasta con la dinámica tradicional de empleador-empleado. Además, al ofrecer empleo digno y sostenible, la economía solidaria contribuye a la mejora de las condiciones de vida y la autoestima de las personas.
La economía solidaria también tiene un papel crucial en la lucha contra la desigualdad social. Al establecer un enfoque en el beneficio colectivo y la distribución equitativa de recursos, esta forma de organización económica busca minimizar las disparidades económicas y abordar las exclusiones sistémicas. Las cooperativas y empresas sociales a menudo se centran en la inclusión de grupos marginados y en la creación de oportunidades para aquellos que enfrentan obstáculos estructurales en el mercado laboral convencional.
En la misma línea, la economía solidaria se destaca como una herramienta eficaz para generar formas de emprendimiento mancomunadas. En lugar de confiar en el emprendimiento individual y la competencia feroz, las iniciativas de economía solidaria fomentan la colaboración y la cooperación entre los emprendedores. Esto puede tomar la forma de la creación de cooperativas de trabajo, donde los miembros contribuyen con sus habilidades y recursos para lograr objetivos comunes, o el establecimiento de empresas sociales que reinvierten sus beneficios en la comunidad.
Particularmente en tiempos de crisis económica, la economía solidaria emerge como una alternativa económica a gran escala. Su enfoque en la resiliencia comunitaria, la sustentabilidad y la toma de decisiones colectivas la posiciona como un modelo resistente frente a los desafíos económicos. Las cooperativas y las empresas sociales pueden adaptarse más ágilmente a las condiciones cambiantes, y su enfoque en la satisfacción de las necesidades locales contribuye a la estabilidad económica en momentos de incertidumbre.